Se supone que una de las mayores habilidades de un político debe ser su poder de negociación, su capacidad para obtener, ofreciendo... o viceversa. Fue evidente que el envío de granaderos a la Magadalena Contreras en días pasados no era una invitación al diálogo, pues la fuerza pública se presentó con toletes y escudos y no con cuaderno, pluma y una taza de café. Para que haya diálogo, son necesarias (por lo menos) dos partes y en todo este asunto de la Supervía Poniente no hay mucha voluntad de diálogo y mucho menos de negociación por parte del gobierno capitalino.
Todo esto viene a cuento porque en días pasados la Asamblea Legislativa del D.F. solicitó a Marcelo Ebrard un informe pormenorizado sobre el operativo con granaderos que hubo en Luis Cabrera y La Malinche; de la misma manera, exhortó al Jefe de Gobierno para que instale una mesa de diálogo verdadero con los opositores a la construcción de la Supervía, con el fin de que el conflicto por la construcción de ésta se resuelva por la vía pacífica y no con la utilización de la fuerza pública.
¿Dónde está el informe pormenorizado? ¿Dónde está instalada la mesa de diálogo verdadero? Pues parece que Ebrard se ha pasado el informe y la mesa de diálogo por el arco del triunfo (mismo que seguro formará parte de la Supervía, al igual que el túnel de 7 kms que pretende construir para romper algún anhelado récord Guiness).
¿Qué sentido tiene que el pleno de la Asamblea Legislativa haga solicitudes expresas al Jefe de Gobierno, si éste no las atiende? Si los diputados no merecen la atención de Ebrard ¿qué podemos esperar los demás? Los legisladores propusieron que en esa mesa de diálogo verdadero participen los afectados por la construcción, así como urbanistas y ambientalistas que han expuesto argumentos en contra del proyecto y que han propuesto alternativas al mismo. La propuesta suena lógica y coherente, pero las autoridades capitalinas parecen no estar dispuestas a escuchar a nadie que exponga razones en contra de su proyecto, por informadas y bien fundamentadas que estas sean.
Desde el principio del conflicto por la construcción de la Supervía Poniente, Marcelo Ebrard ha manejado una posición cerrada al diálogo y nada conciliadora. Esto, sumado a la poca transparencia de la asignación y los recursos del proyecto y multiplicado por el desaire a los diputados de la Asamblea de Legisladores del D.F. dan como resultado la necesidad de NO DAR MARCHA ATRAS Y MANTENER UNA FIRME OPOSICION AL AVANCE DE ESTE DEVASTADOR PROYECTO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario